viernes, 14 de junio de 2013

Historias de plumilla



Hoy estreno blog.

Es una asignatura pendiente que llevo demorando tras mil excusas.

Comienzo esta bitácora no por la necesidad que tenemos los periodistas del siglo XXI de incluir en tu pie de firma el perfil de Twitter, la página de Facebook y la dirección web. Ni siquiera por esa recomendación que mantienen todos los gurús de la comunicación de construir la llamada ‘identidad digital’: o apareces en la web o no eres nadie; suficiente tengo con recomponer la personal y avanzar en la profesional cada mañana.

Arranco esta aventura porque echo de menos la página en blanco y el cursor parpadeando. Necesito expresarme y 140 caracteres se me quedan cortos.

Si quieren seguirme, no esperen sesudas reflexiones ni proclamas ideológicas o peroratas pseudos-políticas. Este blog contendrá las reflexiones de a pie de calle de una plumilla, que es como me ha gustado siempre definir la profesión de los que formamos la muy antigua, canalla y siempre en la cuerda floja cofradía periodística.

Ruego perdonen mis carencias de estilo de estos números cero; prometo ir corrigiéndolos en cuanto empecemos a andar.

Confío en que les interesen mis posts, o al menos no les aburran demasiado. A fin de cuentas, sólo son las historias de una plumilla.


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