viernes, 28 de junio de 2013

Un trabajo como Dios manda



Mi marido ha encontrado trabajo. Un trabajo como Dios manda.
Les reproduzco a continuación nuestra conversación cuando me dio la feliz noticia.

ÉL: -“Me han llamado y me han dicho que sí, que soy el seleccionado, el lunes empiezo”.
YO: - “¡¡Bien!! Cuánto me alegro. Cuéntame”.
ÉL: -“Por fin un trabajo como Dios manda”.
YO: -“¿Te ponen coche?”
ÉL: -“No”
YO: -“¿Te adelantan las comisiones?”
ÉL: -“No”
YO: -“¿Te pagan dietas y kilometraje?”
ÉL: -“Me han dicho que ya veremos”
YO: -“¿Y del ipad, teléfono y otras herramientas?”
ÉL: -“Más adelante”.
YO: -“Pues cariño… no sé...”
EL: -“Me dan de ALTA”
YO: -“Oleeeee!!!!”

Más allá de la sátira exagerada, les aseguro que el asunto no tiene la míninma gracia. 

Durante año y medio, mi marido ha estado en búsqueda de empleo, que no desempleado. Para que se hagan una idea, mientras que yo estaba en la cama del hospital recién parida de nuestro segundo hijo, él acudía a una entrevista de trabajo de una empresa ‘líder en su sector’ en la que finalmente resultó que le ofrecían un fijo de 300 euros.

Durante año y medio ha tenido que escuchar las más increíbles condiciones de empleo de mano de unos empresarios que saben perfectamente hasta qué punto pueden aprovecharse de la situación en la que se encuentran muchas familias. La más común: “tú empieza a trabajar, sigue cobrando tu paro y en unos meses hablamos”. No les incomoda que el asalariado en cuestión tenga que pasar toda su jornada en carretera, o que el trabajo conlleve cualquier otro riesgo laboral. Y eso que no hablamos de las condiciones de pago, lo que daría para tres posts más.

Lo peor de todo: hay quien no tiene más remedio y entra por el aro.

Algo debería hacerse desde los poderes públicos para perseguir y castigar con rotundidad esta situación de fraude en la contratación que se está llevando por delante los derechos laborales más esenciales. Si la Inspectoría de Trabajo destinara a unos cuantos de sus funcionarios a las entrevistas de selección de personal ya vería qué sorpresas. Algo así como el ‘mystery guest’, esa técnica anglosajona en la que un infiltrado de la compañía estudia el funcionamiento de la empresa actuando como un cliente anónimo.

Entretanto sigan poniendo velitas a San Judas Tadeo para que sus maridos, hermanas y amigos encuentren un trabajo en el que coticen y tengan reconocidos sus derechos laborales, un trabajo como Dios manda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario